Muy Ilustre y Fervorosa Cofradía y Hermandad de Maria Santísima de las Angustias
Segunda cofradía pasionista fundada en Baeza, lo hizo en 1551. En 1679 se traslada por razones que se desconocen del justify de la Victoria, de los mínimos de San Francisco de Paula, a su actual sede, la Parroquia de San Pablo, donde desde el siglo XVIII se practicaba la ceremonia del “Desclavamiento” para posteriormente procesionar un santo féretro, junto a las Santas Mujeres y San Juan, mientras la Señora era una Stabat Mater al pie de la Cruz. Cuando las autoridades políticas de Carlos III prohibieron el teatro sacro en 1784, la hermandad fomentó el rezo del Rosario, procesionando con tres escuadras: San Pablo, los Santos Varones y la Virgen de las Angustias, transformada en una Piedad con Cristo en su regazo.
ESTACION DE PENITENCIA
Son las ocho de la tarde, tañen las campanas de la Iglesia de San Pablo, comienza su estación de penitencia, mujeres y hombres vestidos de luto, con un argento corazón atravesado por una espada como emblema de la cofradía. Barreras, Compañía, entramos en el casco antiguo, y la Virgen de las Angustias se desliza suavemente por las calles renacentistas de Baeza. Llega la noche y las velas de los fieles que la acompañan y la cera de sus tulipas iluminan el Callejón del Pregonero. Triunfante pasa la Virgen por la Puerta de Jaén e Himilce la observa envidiosa; ¡que bella va Virgen! por la plaza de la Constitución. El ambiente se cubre de una sensación de despedida, cuando la Virgen de las Angustias encara la calle San Pablo de nuevo y sube hacia su templo, está llegando el final…
“Una espada de dolor atravesará tu alma” (San Lucas 2, 35)
IMAGEN TITULAR
Tras la Guerra Civil, la hermandad adquiere el grupo escultórico de las Angustias en 1939, al escultor D. Juan Gines Marzagosa, siendo posteriormente restaurada y policromada por D. Juan Luis Vasallo Parodi en 1960. La talla viene a ser una versión dramatizada de la célebre Piedad de Miguel Ángel, de donde le viene su belleza, destacando su armonía y el contraste están presentes en la obra, entre el brazo caído de Jesús y el brazo derecho de la Virgen, que lo sujeta, profundos pliegues del vestido de la Virgen contrasta con la piel desnuda de Cristo. Se idealiza la imagen de María, llena de pureza, joven, ofreciendo un gesto de generosidad que se plasma en sus brazos, en el sacrificio de su Hijo, redentor de la humanidad. La serenidad del rostro y su belleza joven la convierten en el arquetipo idealizado. El escultor nos presenta un cuerpo muerto, sin apenas rastro de sangre, ni de dolor, se nos muestra la dignidad del hijo de Dios.